(Para Benja, Iván, mi hermano y toda la banda de Ricardo)
La gordita punk me ve venir desde sus ojos mal delineados, mal delineados a propósito. Yo me palpo el bolsillo de atrás para confirmar que mi arma letal esté ahí. Ella está sentada en el piso junto a una amiga, la remera negra pero también la pollera, las medias, las botas, el pelo y el delineador de ojos negros. Solo un moño de terciopelo rosa sobresale entre tanta noche humana. Yo la enfrento, le clavo los ojos. La gordita punk me tiene menos miedo que a una mariposa de jardín. Sin dudarlo me detengo frente a ella y desenfundo del bolsillo trasero los Marlboro diez. Sé que me quedan cuatro y que a partir de hoy serán tres.
-Cómo va, tienen fuego?
Ríe la gordita punk, en complicidad con su amiga. Ríe por mi condición de intruso o, en el peor de los casos, porque ya se dio cuenta de que nunca fume en mi vida. Eso último no puede ser. Pero la gordita punk ríe y me muestra sus pequeños dientes blancos desafiando a tanto negro. Me gusta todo en ella, no porque sea demasiado linda, sino porque me recuerda a mi corta vida punk, cuando con el Pollo solíamos ir a Hard Rock vestidos de negro de pies a cabeza, engelados y con aros en los labios, y le decíamos a la moza tetona que todos esos pines eran una mierda. Teníamos doce años, trece a lo sumo. Ahora tengo veinte y hago esta boludez de los Marlboro antes de entrar en lo de Ricardo.
-Tomá
-Gracias che
-...
-Lindo tatuaje
-Gracias
-¿Qué significa?
-Ni idea, lo elegí de un catálogo
Ahora viene el momento en que tengo que simular la inhalada de humo. Al principio me costaba, pero hoy soy casi un experto. Además, hoy la mano viene fácil. La galería está bastante oscura (son las cuatro de la tarde, sol radiante) y la gordita punk, al estar sentada, está a una distancia mayor que si estuviera cara a cara.
-¿Vas a lo de Ricardo, no?
-Je, mse, como sabías?
-Adónde van a ir los chetitos como vos
-Je, mse...
-...
Me alejo. Bajo las escaleras y ahí está Ricardo, con su habitual cara de dinosaurio. Sólo con su vida, y toda su vida es una tijera; pero no cualquier tijera, una plateada y pesada y hermosa tijera que ahora alcanzo a ver, siempre cerca de su amo.
-Qué haces pibe, no vas a entrar acá con ese cigarrillo, no?
-No, Richard, mirá como lo apago
-Que te hacemos?
-Parejito, oreja descubierta y sacame la pelusa
Cuando Ricardo me saca la pelusa que se acumula entre el cuello y la nuca siento por unos instantes una felicidad que me quema primero las orejas y luego todo el cuerpo.
---