viernes, 12 de marzo de 2021

Que mi razón sea puramente externa

Que sea como la luz espacial y cálida de las once de la mañana pegando en el frentón de edificios de la avenida principal, mientras un tipo está como un playmobil trepado a una escalera plegable en el balcón de un piso quinto, clavando con un martillo, mientras yo cruzo la avenida, tan externo como ellos: la luz, los edificios de diez pisos, el tipo de espaldas, y mi cuerpo respirando en una mañana de un siglo cualquiera, con la espalda húmeda por un calor que se ha venido acumulando durante los últimos días.

Como dice Saer, el presente como la punta de una cuña que va pasando, cortando el vidrio de la realidad.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Cuando te hablé del camino

–¿Qué esperabas cuando te hablé del camino hacia tu naturaleza? ¿Que ese destino sería un lugar majestuoso? ¿Que el esfuerzo de ese largo y angustiante camino, de ese ripio oscuro, iba a ser recompensado una vez que llegaras finalmente al fondo de tu naturaleza? ¡No! Ella será de una modestia solamente equiparable al paisaje modesto que tuviste frente a tus ojos durante todo el trayecto. Tan modesta que si no fuera porque tuviste que detenerte, ni siquiera te darías cuenta que llegaste al final de tu camino.

lunes, 28 de septiembre de 2020

¿Qué te aqueja?

Me siento frente a este documento nervioso como cuando sentía la necesidad, no las ganas, de hablarle a una chica. Tengo miedo de ya no poder escribir algo verdadero nunca más. Otras veces tengo miedo de ya no volver a alcanzar la paz. Pero hace tres días iba en el 60 camino a ser mozo en un evento, y hasta antes de subirnos a la General Paz el viaje fue aterrador, el peso del mundo cayó sobre mí y a la altura de Cabildo me costaba respirar, debía inhalar hondo cada dos o tres minutos y en cada una de las exhaladas sentía que lo lograría hasta que dentro de dos o tres minutos volvía a sucumbir, y todo empezaba a parecerse a esas repeticiones sin salida de las pesadillas hasta que, unas cuadras antes de subir a la General Paz puse una canción de Zitarrosa, y entonces apoyé la cabeza contra la ventana, lloré calladamente tapándome la cara para disimular, y alcancé una paz que duró, como todo, un instante.

¿Qué te aqueja? Le pregunto a Josefina. También a Pipe, el otro día. Y en la bañadera pienso: ¡qué pregunta más idiota! Como si el solo hecho de vivir en este mundo no fuera razón suficiente para enloquecer.

Y todo así. Algo me deposita en el inmenso Jumbo de mi barrio un domingo a la noche, y cuando veo la escena, las parejas tristes hurgando por el laberinto de góndolas como en un pacman sin sentido, comprando productos que consumirán en cuestión de días, en cuestión de horas, en tan solo un par de minutos ya no tendrán lo que compran, de hecho con Josefina abrimos un Citric y lo tomamos allí mismo y después nos tentamos con dejar la botella vacía escondida en alguna góndola pero no lo hacemos porque nos consideramos gente honrada. 

Entonces, mientras nos desplazamos por la cinta mecánica del supermercado, reaparece el dolor en el pecho. Me recupero unos minutos más tarde, cuando volvemos a casa y las bombitas amarillas le dan al hogar la calidez suficiente para recomponerme. Limpio el baño en profundidad, me echo en el sillón con Cali, y con J nos decimos palabras de amor, muy distintas a las palabras del día anterior, que eran de desprecio –palabras aprendidas en las peores situaciones de nuestras vidas, seguramente.

viernes, 28 de febrero de 2020

Gorga en mis sueños

El mundo se ha vuelto tan jodidamente cruel y enroscado. Debo quedarme en mi casa, equipar el bunker, etc.

Camino eufórico por la calle y pensamientos de ese tipo se eyectan de mi mente con un estallido agudo, uno a uno, como si salieran del tambor de un revólver.

Ir a reventar toda mi vanidad al desierto, en el mayor silencio, descargarla hasta consumirla. Solo así voy a poder entregarme al amor.

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Trato a mis amigos de la adolescencia más en los sueños que en la realidad. Gorga es el más soñado, sin duda. Hemos desarrollado una relación distinta allí. O mejor dicho, es como si, una vez que Gorga se fue del país, nuestra relación hubiese continuado en mi inconsciente.

La llama incandescente que llevo en el centro, por contraste, brilla más de noche, iluminando, con luz oblicua, los sueños.

jueves, 23 de enero de 2020

Parece que voy a entrar en acción






















Parece que voy a entrar en acción. Solo vengo acá a darme ánimos. El hilo que va cosiendo mis días es ahora un hilo dorado y vanidoso. Mis sueños, hinchados de significado, huyen ni bien despierto. Pero el otro día soñé que cantaba a capela con Pedro Mairal y Fernando Figueroa “A la hora señalada”, de Baglietto. Nos abrazábamos y había una pared altísima, que subía como veinte metros.

Hoy salió un disco inédito de Spinetta. La tapa es una alienígena rojo, con los riñones en la mandíbula; reparé en el afiche en Pueyrredón y Libertador y entendí que el alien es Luis Alberto en su nuevo cuerpo.

Las personas se miden, entonces, en la intensidad de la luz que son capaces de emitir. 

lunes, 6 de enero de 2020

Desaparecerás

Escribo desde el balcón de Las Heras, que muestra un paisaje gris y húmedo de la ciudad. Volvimos ayer de una casa que les prestaron a mis suegros en Santa Bárbara. La pileta daba a un río, había kayaks, langostinos hasta empacharse, televisiones de 70 pulgadas; y el asfalto, cuando salíamos con las bicicletas, era como si lo hubieran satinado. Sin embargo, nada de eso dispara en el alma. Me mantengo rígido, me convierto en un observador nato. Pensá, Agustín, pensá. Pero no actúes en consecuencia. A último momento, tomarás la decisión opuesta a la que venís rumiando hace varios días.

Seguirás ecléctico, multiforme.

Y así, puedo sentir como soy olvidado por tantas personas que me mantuvieron dentro de su estima ¿Porqué decidí desaparecer?¿Quién es el que toma esa decisión final en uno? Es como si alguien dijera: desaparecerás.

martes, 12 de noviembre de 2019

La puja

Una felicidad pasajera adormece los sentidos. Lo escribo y ahora no es más ni menos real, la idea de una felicidad, pasajera, que adormece los sentidos. Pero a esta vida le falta un poco de velocidad, pensaba hace un rato en la cocina, esperando que hierva el agua ¿Cómo se consigue? ¿Debo ser más sincero conmigo mismo para acortar camino?

La ansiedad, parasitaria, lo devora todo. Si me quedo callado, puedo escuchar los levantamientos y represiones que se libran en mi interior. Batallas. La puja constante.

De noche, sueño con mundos que no conozco. La física y sus leyes son distintas allí. La arquitectura que construye el inconsciente, que luego proyecta en los sueños ¿Cómo lo hace? ¿Qué semidios habita en nosotros para concretar algo tan complejo?

sábado, 9 de marzo de 2019

¿Quién es ese hombre de rosa?


Sábado de lluvia en Uriarte, entrenando mi aceptación de la realidad. Eso hablábamos con J. ayer. También de la dificultad para devolver sentimientos nobles al mundo. Aunque ahora pienso ¿Qué más da? Sábado nublado, húmedo, trillado, en mi casa. Un capítulo de los Simpsons detrás de otro. El caos, mudo en los portales. Natacha Jaitt muere de sobredosis, Venezuela al borde de una guerra civil.

Últimamente pienso bastante en la noticia que me dieron hace unos días. Mi mejor amigo de la adolescencia resbaló borracho de un techo en MDQ y casi cae tres pisos abajo. Lo salvaron justo los pibes con los que andaba. Al día siguiente nadie le dirigió mucho la palabra, porque no es la primera vez que lo hace. Mi amigo, perseguido, cortado en varios lugares, se ofreció a cocinar esa noche. Ayer hablábamos de eso también, con J, de lo que aguantan los seres queridos.

Hace varios años, unas semanas después de la muerte de su madre, mi amigo, sentado a oscuras en el living de lo de mis viejos, me dijo: –Ya cerré la persiana yo, Tin–. Y yo entendí que hablaba de dar vuelta la página, algo así.

sábado, 16 de febrero de 2019

Rosas, rosas

1

Se va cerrando el pasado detrás de mí, extinguiéndose sus amistades, se deshacen en el aire y quedan flotando algunos filamentos, esos pocos lugares a los que todavía puedo ir, asegurando la continuidad del ser, algo fundamental, los agustines traslúcidos que, superpuestos, producen un efecto visual novedoso y coherente. Pero el miedo a ese agujero negro que sigue mis pasos y amenaza con devorarme, me hace, por momentos, olvidar el camino, dejándome inmerso en la oscuridad absoluta, atrás y adelante y todo a mi alrededor. Hoy, a las 6 de la mañana, quedé atrapado en esa oscuridad. El jenga de mi vida tembló como nunca, y cuando se despertó Josefina le sugerí irnos a vivir a Uruguay, pero solo esbozó una sonrisa. Afuera llovía, y apoyando mi cabeza en su cuerpo, que se había vuelto a dormir, observé como el cuarto se iba llenando de una claridad gris y vaga.

2

De nuevo, en la eterna agonía para cobrar. Apenas 15 dólares en mi cuenta bancaria. Vengo de un operativo relámpago en la casa de mi madre, de donde me llevé dos presas de pollo, dos bifes de chorizo, una rodaja gruesa de zapallo anco, un gajo de melón, una zanahoria, una palta, una cebolla y un paquete chico de lechuga. Alimentos para hoy y mañana: he comprado dos días.

Ayer, echado a la orilla de un lago de Palermo, perdiendo la mirada en el pasto cortado al ras, escuchaba atentamente la conversación de una pareja en rollers que había frenado a descansar detrás mío. Tenían un parlante y escuchaban el disco en vivo de Iron Maiden en Río de Janeiro.

–Suena bien, eh ¿Dónde es esto?– preguntó ella.
–Río. Yo estaba. Había más de cien mil personas.
–Se nota.
–¿Sabés qué significa Iron Maiden? ¡Es un método de tortura!
–Ah ¿si?
–Te meten en un ataúd con pinches que no llegan a matarte, y te entierran vivo.

Cuando giré para conocer mejor a los protagonistas, ella se había sacado los rollers y apoyaba su cabeza en la panza desnuda del tipo, que parecía varios años menor. Hablaban a los gritos, como dos enamorados, y el diálogo era un poco torpe; todas muestras de estar aún conociéndose.

3

Ahora soy ese punto minúsculo que emerge de la puerta de calle y deposita una bolsa en el container de basura. He salido oficialmente al exterior, he tomado contacto con el aire del verano, y ahora avanzo por Uriarte, dejando atrás rostros aleatorios, zambullidos en los dramas que llenan sus días, y me pregunto qué hacer con tanta soledad, con tanto mundo para mí, cuál será el pasatiempo definitivo que me distraiga por el resto de mis días.






jueves, 14 de febrero de 2019

Suena Spinetta




















Faltan diez minutos para las 20. Estoy desde el mediodía editando, pero solo avancé 17 segundos del video sobre el litio. Acabo de prender algunas luces de la casa y mi ánimo lo agradeció. Hace días que una idea esperanzadora no ronda por mi cabeza. Ayer, jugando al truco en la terraza de Miguel –también estaban Peu y Washington– padecí un ataque exprés de extrañamiento, y por una fracción de segundo el universo se vio despojado de sentido. Después, Miguel y Washington nos dieron vuelta una serie que parecía ser un trámite. Meses y meses perdiendo a todo lo que juego: más aprendizaje para mí.

Suena Spinetta. –Disfruto tanto la soledad– dijo Bliff ayer. Yo también, contesté.