–¿Qué esperabas cuando te hablé del camino hacia tu naturaleza? ¿Que ese destino sería un lugar majestuoso? ¿Que el esfuerzo de ese largo y angustiante camino, de ese ripio oscuro, iba a ser recompensado una vez que llegaras finalmente al fondo de tu naturaleza? ¡No! Ella será de una modestia solamente equiparable al paisaje modesto que tuviste frente a tus ojos durante todo el trayecto. Tan modesta que si no fuera porque tuviste que detenerte, ni siquiera te darías cuenta que llegaste al final de tu camino.