viernes, 1 de febrero de 2019

15 minutos para febrero

Faltan 15 minutos para que comience febrero. Volvía caminando de lo de mi hermano, hacia Las Heras, pensando en Saer, en un genio de esa escala, cómo sería su rutina, quiénes sus vecinos. Boca le ganó 4 a 0 a San Martín de San Juan jugando extrañamente bien al fútbol. Volvía rumiando: para mí, solamente el cine, el fútbol y la literatura; el resto para los otros. Antes de volver, bajaba junto a mi hermano el ascensor de su edificio, hablando de fútbol, en ningún momento de la noche dejamos de hablar de fútbol, desde que llegué, que ya iban cuatro minutos del partido, hasta que bajamos el ascensor y me abrió y me fui por Paraná, bajando también, observando, el 152 que pasó con el semáforo naranja, llevando algunos pasajeros, taciturnos, bien iluminados, y luego tomé Arenales y luego ese pedacito de Montevideo que conecta con Las Heras, atravesando edificios negros, moles oscuras por los cortes de luz que programa el gobierno, para llegar hasta la personalidad de Claudio, el sereno del edificio de mis padres, donde me encuentro viviendo mientras ellos están de vacaciones, y hablar con Claudio asuntos de esta vida, que recién pasó Jiménez, que vos sabés que he visto borrachos, pasar tambaleando, pero Jiménez siempre impecable, a cualquier hora, pero siempre derechita, viste ese andar que tiene, y otras boludeces, que hablamos con Claudio, simulando un interés inusitado por los asuntos de esta vida, matando los minutos que comprenden esta vida, hasta que nos despedimos, y me pierdo, por el pasillo, valorando la calidad humana de este tipo, tomando el último sorbo del jugo de enero. Mañana me levantaré de un humor extraño, con ideas extrañas que me esforzaré en descomprimir, pero el mundo, ahora, es esta habitación ocre desde donde tipeo.