jueves, 25 de diciembre de 2014

De cara al norte (1)

Puedo caminar doscientas cuadras esta noche, puedo levantar los ojos al cielo y no pensar en nada, puedo notar una luz de esperanza, allá lejos, y luego desilusionarme sin desarmarme, puedo mirarte, ignorarte como sólo yo sé, con la sutileza del fracasado, con la inseguridad del adicto. Pero no puedo escribir en tercera persona porque debo ser yo quien hable de vos y de tus gestos y de tu risa y de tu cuerpo balanceándose sin siquiera buscar la aceptación de los demás, sólo vos transformando el espacio, existiendo, matando los minutos que estamos juntos y que se van acumulando en mi memoria, no sin agolparme, no sin clavarse en las sienes como las flechas que arrastran los toros en las corridas.

Loca, los que vamos a morir te saludan. Me dirás de mil maneras antes de finalmente llamarme por mi nombre, y para ese momento ya estaré demasiado puesto, pero al mismo tiempo ya volveré a caer en la cuenta de que tenés novio, oh tu novio, ay tu novio, es tan chiquito todo que me da risa, en serio, sin soberbia lo digo.

Y sin embargo sé todo lo que puedo agradar, a vos y a tu familia, llevando vinos de cien mangos que me hagan quedar como un buen chico, tomando el café del postre con tu abuelo Papapa mientras nos resignamos a un kirchnerismo eterno.

Debemos pesar lo mismo, vos y yo, que ando flaco como una gacela, que me entro a bañar y casi puedo tocarme los huesos.  Sabías, este año (el que ya muere) conseguí las llaves de tres casas abandonadas y voy alternando, me paseo por las habitaciones y la mugre se me pega a las plantas de los pies, dejo atrás botellas, platos con restos de comida que sólo lograré sacar pasando una virulana furiosa, siempre dos tres días después.

Pero ahora sólo queda esperar que la inteligencia vaya destilando todo este empecinamiento hasta volverlo algo soportable que luego se transforme en algo imperceptible, cosa de nunca tener que levantar un teléfono.

Porque no tengo, como dice esa oración hermosa, la valentía de la libertad de los hijos de Dios.