jueves, 15 de mayo de 2014

Luz prendida luz apagada




Abro su facebook como si fuera un ropero ajeno y la veo dándole de comer a un camello...también aparece un tipo fibroso, sobrinas bronceadas por el sol de Miami, etcetera.

¿Adónde fueron a parar esas noches en su depto en las que ni podíamos sostener el mate de lo arruinados que estábamos?¿Adónde fueron a parar sus lamparitas de bajo consumo que Cristina pedía en las cadenas nacionales? Estaban por toda la casa y los muebles quedaban tristes como nosotros.

Con la luz apagada susurramos mil anécdotas chiquitas, los dos boca arriba, lográbamos la oscuridad total y eso me fascinaba, pero yo no quería escucharla, ella sospecho que tampoco, sólo necesitabamos abrir grandes los ojos y sentir como las pupilas se dilataban al máximo, para después huir, soltar la correa, huir, huir, uir, wir, ah, qué hermosa palabra, Huir.

Nunca pudimos enganchar la señal de una tv prestada, no soy bueno para esas cosas ni para otras: quedaron entonces y para siempre los puntitos grises y ese ruido fastidioso, fshhh.