domingo, 18 de mayo de 2014

Todavía estamos lejos
















Miro alrededor y no vino a vernos ni el veedor. Nos tocó el horario más temprano y todavía no se fueron los bondis escolares que llevarán a los chicos del colegio de regreso a sus casas. Qué hermosos, aquellos sábados, me tiraba en los asientos del fondo después de jugar toda la mañana a la pelota y me despertaba recién en la plaza. Después iba para lo de Nacho, casi siempre, Nacho tenía Ferrero Rocher, paquetes y paquetes, era lo que se dice un niño con plata, y le dábamos a la Nintendo toda la tarde, al Fifa 98, poníamos para jugar dos tiempos de 45 y los partidos terminaban 8-8, o la opción de fútbol-sala con el piso de parquet y las paredes de vidrio ¡cómo la gastaba el Bati en esas canchitas!¡le sacaba viruta al piso!

Una máquina del tiempo casera sería subir ahora a ese bondi naranja y fingir ser un escolar más, dormir todo lo que no dormí las últimas semanas, despertarme en la plaza y después bajar por Montevideo hasta lo de Nacho ¿Qué estará haciendo Nacho ahora?¿Qué hace los sábados alguien que no juega al fútbol? Sospecho que cosas lindas, mucho más cercanas a la felicidad que lo mío.

Antes de arrancar el partido se acerca a saludarme Luis Villanueva, mi profesor de Geografía de Quinto, una de las personas más hilarantes que conocí. Ahora está más gordo y canoso, y repite chistes a rolete, se le ven los hilos, mmm, qué pasó contigo, Villanueva, antes abrías la boca y ya me tenías en el piso a carcajadas ¿Quién cambió, vos o yo?

Mientras el árbitro hace el sorteo con los capitanes, me le acerco a Ríos: me vendiste una mac lenta, hijo de puta, la Primera Mac Lenta del Mundo, te voy a matar. Ríos pide disculpas y promete venir en la semana a revisarla, pero sé que no lo va a hacer.

“El primer tiempo fue un moco pegajoso y lleno de tierra”- Benjamín Martinez Zuviría, delantero.

El segundo no fue muy distinto al primero. Empatamos 0 a 0, un partido bien malo que no deja gusto a nada, sólo las ganas de cagar a trompadas al central de ellos con patillas pelirrojas que me habló todo el partido, como si tuviera algo para decirme, a mí, que ni lo conozco. Hay que tener el autoestima bien alta para boquear con esas patillas naranjas adornándote la cara.


Después quedamos a la deriva, con el Manteca y Miguelito. Mandaría a hacer una nueva versión de ese famoso pasacalles: “Todos tienen vuelta al Centro menos vos”. Un amigo nos hace la onda y nos tira en Capitán Juan, allí nos levanta otro que nos tira en Puente Saavedra...todavía estamos lejos. No tenemos puchos, el Manteca le pide a un grupo de pibes de quince que esperan el bondi y lo forrean. Finalmente cogemos un taxi y de a rachas nos vamos quedando dormidos, yo cabeceo y a veces voy a parar al hombro de Miguelito. Medio soñoliento pienso: no tenemos auto, no tenemos casa, apenas nos prestan un cuarto y un estante de la heladera en lo de nuestros viejos.

Rodeamos el Monumento a los Españoles. Esta película se llama así: "Agustin Mazzinghi, el Manteca Martinez y Miguelito Prado van en taxi hacia el Centro de la Nada".