martes, 17 de diciembre de 2013

Siguiendo la luna




















I.

Ahora está todo caliente. El aire que escupe el ventilador y la sangre que me chupan los mosquitos, grandes como sapos. Caliente también el agua que tomo de la canilla del baño después de lavarme los dientes. Diciembre: caliente mi pija y calientes las sábanas mojadas de transpiración caliente.

Doy vueltas por la casa y sé que hasta las cuatro de la mañana voy a estar como el 2 de oro.  La mitad de la ciudad está sin luz y la otra mitad tiene otras preocupaciones, pero nadie se pone de acuerdo. Salgo al balcón y la luna es un medallón de pollo. Se deja ver, no encandila. Una vez leí que la superficie lunar puede alcanzar los 130 grados, la tocas y se te desintegra el dedo  ¡qué tanto romanticismo!

Hicieron cualquier cosa con la luna, la llenaron de azucar impalpable, de chuker, ni un poquito de respeto hacia algo tan elegante. Salvo los Fabulosos, esos si que armaron algo lindo con la luna.

Hace poco lo escuché a Vicentico en la radio. Estaba en el programa de Wainraich que es como la sala de espera del kirchnerismo. De allí pegan el salto al modelo y ya no hablan de otra cosa. Lo mismo  ocurre con Fito Paez y con Charly y con casi todos los que yo escuchaba en la adolescencia. ¿Qué pasó con todos ellos?¿Porqué no vuelven a hacer temas lindos en vez de defender millonarios?

Pienso todo eso en el balcón. Sólo se escuchan los motores de los aires acondicionados trabajando a full, despachando aire caliente hacia afuera para seguir convirtiendo la ciudad en un horno de barro... ¿Alguién se está preocupando por esto? Porque siento que un día nos vamos a morir calcinados. A mi me divierte imaginarme a Dios estresadisimo con nosotros, como si todo se le estuviera yendo de las manos y ya no supiera cómo pedirnos que paremos un poco la mano.

Más temprano me junté con Miguelito y Alejo a ver la pelea del Chino Maidana. Ni bien terminó la pelea Alejo se paró y empezó a pegarle al aire, unoydos, jabs y crosses a mandíbulas invisibles, una rapidez de brazos que adquirió con entrenamiento de dos años de box. Yo abrí un vino para festejar el triunfo pero al rato ya me había quedado solo en el sillón de la tv.

II.

Vuelvo al balcón. Las palomas que tanto joden de día no están por ningun lado. Hoy una me dejó un huevo en la ventana y se lo tiré a la mierda, ya se me acabó la piedad. La paloma volvía a cada rato y no entendía qué pasaba, se ponía nerviosa, aleteaba, largaba ese sonido horrendo que hacen, gu gu gu, no sé de qué glándula sacan ese ruido pero en el infierno debe sonar eso las 24 horas.

El año pasado se metían mucho en el living y en los cuartos. Era una pesadilla. Yo no podía sacarlas porque el aleteo nervioso que hacían me paralizaba por completo. Entonces abría todo y me iba de casa, confiado de que cuando volviera ya no estarían más. Y así con todo, esa es la actitud, cuando algo pinta mal agarro las llaves, me calzo las New Balance y nos vimos. Por lo general llego hasta el Planetario pero un par de veces llegué hasta la cancha de River. Después no me quedan piernas para volver y me preocupo, eso sin contar la picazón que me agarra en todo el cuerpo por las flores de los bosques de Palermo. Creo que son los jacarandás, me hacen mierda, paso cerca de uno y ya empiezo a estornudar.

III.

Sé lo que hiciste y lo que hicimos el verano pasado pero ya no quiero desperdiciar el tiempo. Lo que quiero es ponerme un traje de verano que me pasaron y que me queda pintado, aunque no encuentro la ocasión. El otro día me preguntaron si era feliz y me hice el vivo pero no dije ni que si ni que no. Pequeños momentos, nena...eso dije...como si fuera James Bond ¡Qué tarado!