domingo, 2 de septiembre de 2012

La Risa 1-1 Kamikaze




Es domingo y me estoy boxeando con la tristeza. Sin embargo, hay algo en mí, solo una cosa, que siento que está en su lugar. Porque ayer volví a jugar al fútbol. Ayer volví a respirar ese olor a pasto que te limpia los pulmones. Ayer metí un par de pases buenos, no muchos, en realidad casi ninguno, pero marqué, corrí, molesté…eso me pone bien.

A la noche me junté en un bar de Arenales con algunos del equipo. Hablamos del partido. Estar sentado en una barra, ya bañado, con las piernas todavía un poco duras, hablando del partido de hace unas horas, es algo único. Ayer volvió el futbol y todo lo que tiene que ver con el fútbol, el viaje eterno en auto, el trote para calentar los músculos, los jueguitos con la zurda y la derecha para afinar los pies, los noventa minutos, el lomito, la tarde que se va apagando, etcétera.

Hay que hablar del partido en sí. También hay que decir que LR comenzaba ayer una nueva etapa, sin su histórico capitán y figura. Con arquero nuevo, además, un personaje misterioso que ataja con guantes de jardinero pero que en el primer tiempo sacó una pelota inolvidable. Tuvo un buen debut. Le decimos la Araña, como Lev Yashin, el mejor arquero de todos los tiempos.

En general, no jugamos mal. Tampoco jugamos demasiado bien. Es obvio que al equipo le falta aceitarse, no tengo duda que a partir de la segunda o tercer fecha se va a ver otro equipo. Por suerte, la defensa se no se desarmó con respecto al torneo pasado. Los cuatro de abajo ya se conocen de memoria y ayer estuvieron más sólidos que nunca. Los problemas aparecen en el mediocampo y arriba, donde se nota que varios jugadores están fuera de estado. El alcohol es bastante forro, siempre que puede te recuerda que sos un infeliz que se va a morir en cualquier momento.

En el segundo tiempo nos embocaron. De pelota parada, as ever. Pero La Risa no se vino abajo y unos minutos más tarde pudo empatar. Empatamos, uno a uno, nada del otro mundo.

Terminado el partido alguien trajo una heladera llena de cervezas heladas. También aparecieron mujeres, y un auto con el baúl abierto haciendo estallar los parlantes, y una moto, blanca, lustrada. Eran los del otro equipo. Nosotros nos tiramos a un costado de la cancha a descansar, a sacarle el barro a los botines, a llamar por teléfono a nuestras madres para avisar que a la noche comíamos en casa.

A la madrugada, después del bar, me volví caminando con el nuevo capitán. Fuimos a matar un pancho con papas a Suipacha. Tenían chucrut, eso me puso de buen humor. El lugar era una panchería pero si seguías para el fondo se transformaba en puticlub. Un bulo con una panchería en el frente, que lindo país. Hace poco leí que Macri quiere declarar Buenos Aires como la Capital Mundial del Amor. En su momento me pareció una pelotudez importante. Yo no soy macrista ni kirchnerista ni antimacrista ni antikirchnerista. La política, mientras la Gorda siga sin llegar al poder, me tiene sin cuidado. Pero ayer, después de enterarme de que hay un puticlub con panchos, un panchoclub, me pareció que es necesario, casi urgente, declararnos como la Capital Universal del Amor.