La veo
cruzar el arco 
que une
el escritorio al comedor,
ella perdida colgada
dando
pasos aburridos 
se apoya en un sillón, 
los
codos en punta sobre el respaldo, 
ella perdida algo cansada 
mira hacia
el balcón
las
luces de las antenas que encandilan
y entonces
frunce la mirada
y yo en
un mar de ceniza pienso: 
ella está
en mi casa y no lo sabe.
 
