Corría quinto año y con Bonadeo gastábamos papelito tras papelito armando la formación ideal.
Luego vinieron las idas a Larrea, luego vino la silla rota de Fitte, luego vino Emilio Ramón, luego Emilio Ramón comenzó a putear, luego se fue Emilio Ramón, luego vino EDQTM, luego vino la crisis, y mientras: los papelitos flotando en la vía láctea, pero decía, luego vino la crisis, el video motivador de Miatello, volvió Moroni, Moroni y su gol a luna llena, el llanto, la montonera, luego se fue Moroni, luego vino el uno seis abajo, luego vinieron las vacas gordas,
hasta llegar al sábado más frío de la historia, o mejor dicho hasta llegar a una parrilla con diez copas en alto, brindando por lo bueno que es estar vivo.
Llegará el día en que La Risa no exista más. Algunos se casarán, a otros las piernas les dirán basta, otros, tapados de laburo, llegarán cansados al sábado, y bueno, un asado de despedida, tampoco nada del otro mundo, una tirita, unos chorizos, un par de novias, algun niño no previsto molestando por ahí, recuerdos, anécdotas, el golazo ese que te comiste aquella vez, hijo de puta, ¿y la tangana esa que se armó en la última fecha? ¡te acordas cómo nos corrieron!, etcétera, hasta agotar la memoria y dejar lugar al cansancio, hora de irse, algunas palmadas y luego solo quedará el ruido de los motores recién encendidos, listos para tomarse el palo. Ese día llegará y tal vez nadie se entristezca demasiado. La gente se olvida, pasan demasiadas cosas serias como para andar acordándose momentos lindos a cada rato. Así que prefiero hacerlo ahora, un día después.
Ayer el asado no fue de despedida, más bien todo lo contrario. Se morfó, se chupó, se festejó, pero de despedidas ni hablar. Nos queda mucha nafta en el tanque, muchos sábados, muchos vestuarios, muchas sobremesas con lomitos chorreando grasa. Sepan perdonar los sentimentalismos, pero no puedo estar más feliz y orgulloso de este equipo, ahora en las buenas pero también en las malas, eso ya quedó demostrado. Salud y dale campeón.
