Camino eufórico por la calle y pensamientos de ese tipo se eyectan de mi mente con un estallido agudo, uno a uno, como si salieran del tambor de un revólver.
Ir a reventar toda mi vanidad al desierto, en el mayor silencio, descargarla hasta consumirla. Solo así voy a poder entregarme al amor.
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Trato a mis amigos de la adolescencia más en los sueños que en la realidad. Gorga es el más soñado, sin duda. Hemos desarrollado una relación distinta allí. O mejor dicho, es como si, una vez que Gorga se fue del país, nuestra relación hubiese continuado en mi inconsciente.
La llama incandescente que llevo en el centro, por contraste, brilla más de noche, iluminando, con luz oblicua, los sueños.