lunes, 11 de marzo de 2013

Tramposos
















Idea para cuento surrealista: A las cinco y media de la mañana un hombre se despierta por el ruido de un trueno y el ringtone del celular, que extrañamente suenan al mismo tiempo. Las sábanas empapadas de sudor. Atiende y es su hermano. Se olvidó las llaves, si le puede abrir. Que está en el palier. Cortan y el hombre se levanta, se mira en el espejo del cuarto, la almohada le ha dejado el peinado de Tintín. Camina por el pasillo: sombras difusas que van del gris al azul (no olvidarse de todos los factores melanco propios de las cinco y media de la mañana). Alguién silba detrás de la puerta principal ¿Su hermano? Ese no es su hermano, es un silbido mucho más fino, más sútil. Levanta la mirilla de la puerta y a través del enrejadito reconoce a Su Pasado ¡Está igual! Trae una tabla de picada en una mano y va vestido de negro. Tramposos, piensa el hombre, y duda. Camina hasta la cocina y sigue dudando. Abre la heladera, toma un trago de Sprite ya sin gas mientras duda. El piso está helado pero es otoño. Bum, otro trueno. El hombre vuelve sobre sus pasos. Pasa por la puerta principal cerrada y puede escuchar a Su Pasado silbar. Sigue de largo. Atraviesa en calzones el pasillo y más sombras difusas. Se acuesta. La cama húmeda y fría por el sudor de una pesadilla que ya nunca recordará.Y ya no logra volver a dormirse.

Otro desenlace para cuento surrealista: Toma un trago de Sprite ya sin gas mientras duda. Está helada, y el hombre sólo deja de tomar cuando la garganta se le parte en dos. Bum, otro trueno, y unos segundos después el sonido blando de la lluvia cayendo sobre cemento. El hombre vuelve sobre sus pasos y recién cuando abre la puerta se da cuenta de que está recibiendo a Su Pasado en calzones. Intercambio de holas, Su Pasado alarga las vocales del saludo como muestra de cariño. Vamos al balcón, dice el hombre. Dejan la tabla (envuelta en papel film) sobre la mesa de vidrio del living. Ya no llueve, ya no hay nubes, y el sol empieza a amagar desde un horizonte recortado por los edificios de Palermo. Abren dos reposeras y, después de sentarse, a Su Pasado se le humedecen los ojos. Entonces el hombre nota que se ha venido de negro de punta a punta; incluso el mes de marzo de 2010, que alguna vez fue verde, hoy está negro y espejado como los ojos de un caballo. Te paso un momentito al baño, dice Su Pasado. El hombre se queda solo y tentado de revisarle el celular, que olvidó sobre una mesa. Se levanta viento y el hombre siente frío. De pronto (¿de pronto?), el hombre entiende que Su Pasado no va a volver del baño y que ese celular es una trampa que desembocará en otra trampa. El hombre cierra su reposera y la reposera de Su Pasado ¡qué imagen! Atraviesa en calzones el pasillo y más sombras difusas. Se acuesta. La cama  húmeda y fría por el sudor de una pesadilla que ya nunca recordará.Y ya no logra volver a dormirse.