Saber que nada es para siempre, Fito, lo dijiste vos. Y tus
canciones de los noventa están ahí, cada día se vuelven más bonitas, y yo
pienso que habría que embalsamarlas como los pájaros de los museos. ¿Y ahora?
No sé, ya no quiero escuchar nada más de vos, Fito Paez, ya hiciste tu gracia…sé que te gusta hablar, que prendés el ventilador de mierda a cada
rato, pero yo prefiero poner Tus regalos
deberían de llegar, o Cadáver
Exquisito. Lindo nombre para una canción, Cadáver Exquisito. O Dejarlas
Partir, otro título hermoso…estabas zarpado en talento, Paez.
Creo que Tus Regalos es la mejor canción de todas. Hablabas sobre una piba rica a punto
de casarse ¡Qué sabrías vos, el chico pobre del Interior! Pero te salió buena,
esa canción tiene momentos mágicos. “Los milagros en tu cuerpo ya serán”…o “no
sabés si detenerte o llover”… o “no es mucho lo que tengo para darte, mirá”…para un niño como yo, que volvía del colegio en un bondi naranja mientras
tus casettes corrían en el walkman, esas frases eran mantras, tatuajes al
corazón. Sí, te hablo en grasa como te gusta, Fito. Vamos, no me vas a decir
que Tus Regalos no era un poco grasa.
Las violetas, la lluvia, la niña acurrucada en el rincón ¡Eras todo un Neruda,
Rodolfo!
Hoy en día, cuando me preguntan por vos digo que me parecés
un gil, te niego tres veces antes de que cante el gallo. Después me arrepiento,
y entonces pongo Normal 1 o alguna
otra de tus glorias. Pero el mundo te devoró, Fito. Si le pasó al
Diego, cómo no te iba a pasar a vos. El nuevo milenio te agarró comprando mil camisas con
florcitas diminutas, cortándote el pelo con Cuggini, creyéndote que podías
dirigir películas de culto. Y es mentira que no quiero escuchar nada de vos: leo todas las pavadas que te publican y no lo puedo creer... ¡Si hasta Arjona te la clavó al ángulo! Lo bardeaste gratis y él te escribió una carta letal,
incontestable.
No importa, eso es lo que pensaba hace un rato: al final
solo quedarán, embalsamados, barnizados, tus primeros discos. El Amor después
del Amor, Abre, Euforia. Yo creo que siempre se
vuelve al primer casillero, Fito. Tarde o temprano. Yo, cada tanto, vuelvo al
anteúltimo asiento de un bondi naranja, y pongo play mientras el micro atraviesa
Panamericana y suena el final de Cadáver Exquisito: “Todo es imperfecto amor y…obvio”.