jueves, 28 de octubre de 2010

El 4



Otro de los expedientes secretos de LRDJ. Por la mitad del texto, se ruega empezar a leerlo con la voz del locutor de Impacto Chiche.

Pocas veces se han visto en el fútbol metamorfosis como la de este muchacho. Para el que no anda muy despierto, sepa que lo de Alejo Fitte es un caso único e irrepetible que se mata de risa de toda ley de la naturaleza. Un milagro, un fenómeno que ni los sabios como Latorre (?) podrían explicar.

Para agarrar el tema de raíz hay que remontarse al año del ñaupe, allá cuando LRDJ todavía estaba en la panza de su mamá, Juncal y Billinghurst, equipo para el que jugaba Fitte cuando se olvidaba de perjudicarlo con sus accidentes futbolísticos. Para ese entonces, y futbolísticamente hablando, Fitte era un error de Dios, o mejor dicho, un error tras otro. Si de visión de juego hablamos, Fitte era Ray Charles en la penumbra. Toda su ideología consistía en ir para adelante como fuere, pateando con lo que venga, pateando a lo que venga, y ante todo correr, por favor, qué manera de correr. También llamaba la atención su absoluta falta de precisión, y sobre todo su incapacidad para medir su propia fuerza. Era como si funcionara a control remoto, pero con el joystick en manos de Pepe Perea.

De todas maneras, no tardó en llegar el Caño del Siglo, lo que le permitió a Fitte ganarse cierto respesto dentro del equipo, algo así como “mirá el gol que regala el muerto este, pero qué caño tiró el otro día, che”. La inmunidad no le duró demasiado, y en la época en que Juncal se hacía cenizas Fitte no estaba en la carpeta del Proyecto Risa (?).

Más tarde, y por una cuestión de que el hombre era ante todo buena leche, le dieron la reluciente blanca con la 4 atrás. “Una locura”, le oí soltar a Basaldúa durante una de sus largas peleas de pareja con García, y no le faltaba demasiada razón al Mono Cultural, ya que la única virtud de Fitte, correr y muy rápido, estaba en peligro de extinción: Fitte estaba gordito.

Sus comienzos en LRDJ fueron algo nerviosos. Fitte, ayudado por la terapia, había ganado mucho poder de concentración, aunque la imprecisión todavía estaba a la orden del día. Pero en un partido como cualquier otro, algo empezó a cambiar. Fitte, durante el primer tiempo y luego de regalar nueve pases seguidos, se percató de que la cancha estaba partida en dos y que esa línea de cal divisoria no estaba electrificada. Fitte atravesó la línea sin miedo. Y se sacó de encima un tipo. Y esquivó otro. Y se acomodó aunque casi no tenía ángulo. Y la mandó a guardar, sin asco, al segundo palo. Los restantes diez jugadores nos miramos, nadie se animó a gritarlo. Me acuerdo que Bonadeo miró al cielo, y creo que alguien estaba llorando. No era una joda, Fitte le clavaba un tremendo golazo a un tal Montoto y volvía contento a su posición de lateral.

Desde aquél día el rústico lateral derecho jamás volvió a ser el mismo. Fitte había pasado de patear con las canillas a patear con los tobillos, y de ahí a patear con los pies, como todo bípedo normal; todo eso en una semana. Comenzó a ubicarse bien en la cancha, a pasar al ataque, a tirar centros, a esquivar, quebrar la cadera, dársela al 5, jugar tranquilo con el 2, recibir, y etcétera. Fitte se convirtió en un jugador clave de LR, y se lo comenzó a utilizar con frecuencia como factor sorpresa por la banda derecha. Salir jugando con Fitte ya no es más un quéhacesIvánlaconchitumua, el hombre transmite tranquilidad y seguridad los noventa minutos.

Bonadeo, fiel a su estilo, habla del Maldini argentino. Aunque claramente se le va la mano, Fitte es hoy un jugador para ver y disfrutar, pero que nadie se olvide de lo burro que era. Gracias.